Época: Primer Románico
Inicio: Año 950
Fin: Año 1066

Antecedente:
Primer Románico

(C) Isidro G. Bango Torviso



Comentario

La comunidad del monasterio de Cluny, bajo el gobierno del abad Mayeul (950-963), comenzaba la construcción de un nuevo templo en el 955; las obras concluirían veintiséis años después. Gracias a los trabajos del arqueólogo norteamericano Conant, podemos hacernos una idea aproximada de cómo era este edificio, que los especialistas denominan Cluny II. Tras largas naves, un transepto de nave única y baja, al que se abrían dos ábsides. Hacia oriente, se disponía de un profundo presbiterio de tres naves terminadas en ábsides semicirculares. A los lados de este presbiterio, sendas cámaras de uso problemático, posiblemente fuesen también espacios para altares como los otros ábsides. Se completaba el templo hacia los pies con un amplio atrio. Cubiertas de madera, naves, transepto y atrio corresponden a aspectos tipológicos tradicionales, la novedad consiste en el amplio presbiterio, tan necesario en un monasterio cuya comunidad era muy numerosa y prestaba una especial atención al ceremonial litúrgico.
El edificio recibió una sobreestructura ya románica durante el mandato del abad Odilón (994-1049): se abovedaron las naves y sobre el crucero se levantó una torre. Parte del atrio fue transformado en un gran vestíbulo, el conocido galileo de los monasterios cluniacenses.

Aunque, prácticamente nada. se conserva de estas construcciones, podemos ver un reflejo de ellas en varios edificios estrechamente relacionados con Cluny: Payerne, Romainmôtier y Chapaize.

En la abadía cluniacense de Payerne (Suiza), se hizo coronar Conrado II (h.990-1039) rey de Borgoña, en 1033. Era un templo con una cabecera de cinco ábsides escalonados, abiertos a un transepto de una nave, cubierto con bóvedas de aristas, y tres naves también abovedadas, con cañón la central, y aristas las laterales. Los capiteles de la cabecera responden a dos grupos bien diferenciados, los colocados más altos siguen un modelo claramente del románico pleno, con toda seguridad en la línea de Cluny III; un grupo de nueve, de iconografía difícil, tiene formas arcaizantes, con una definición muy lineal, que han sido considerados como obras antiguas reaprovechadas.

La iglesia del monasterio suizo de Romainmôtier había conocido ya dos construcciones anteriores cuando se iniciaron las obras del actual edificio por el abad Odilón de Cluny. Tenía una cabecera de tres ábsides, sustituidos después por unos rectangulares góticos, una nave de transepto bajo con un cimborrio torreado, y tres naves con intercolumnios sobre pilares circulares. Posiblemente, bajo el abad Hugo, después del año 1049, se cubrió todo con bóvedas. Al exterior, los paramentos se articulaban con bandas lombardas. Finalizando la centuria, se añadió un galileo de dos plantas, con una estructura muy similar al de Tournus, incluso, como en éste, la capilla del nártex estaba dedicada a San Miguel; evidentemente, ambos responderían, como todo el conjunto del edificio, al modelo de Cluny II.

San Martín de Chapaize posee una cabecera de tres ábsides semicirculares, torre sobre el crucero y tres naves abovedadas con pilares circulares. Aunque su cronología es muy discutida, se viene aceptando mediados del XI como una datación posible.

Si estos edificios han sido utilizados por los arqueólogos de Cluny para realizar una aproximación más real al monumento desaparecido, también es evidente que tienen unas características -pilares circulares, bandas decorativas y galileo- comunes con uno de los templos más importantes de Borgoña, San Filiberto de Tournus, lo que demuestra la considerable unidad estilística conseguida en la arquitectura borgoñona del siglo XI, a la vez que denuncian gran rapidez en su difusión.

Tournus era un viejo monasterio carolingio que sufrió un voraz incendio en 1007 ó 1008. Por esta causa se inicia la construcción de una nueva iglesia, que sería consagrada solemnemente el 29 de agosto de 1019. Esta consagración debe hacer referencia al gran nártex que todavía conservamos en la actualidad. Consta de tres naves y dos pisos, totalmente abovedados. El piso bajo se divide en tres naves, de tres tramos con cuatro pilares cilíndricos; la central tiene bóveda de aristas, mientras que las colaterales adoptan cañones construidos transversalmente. En la planta superior se mantiene la división de tres naves con las bóvedas de cañón ordenadas longitudinalmente. La imponente fachada occidental, como los viejos westwerke carolingios, presentaba sendas torres a los lados, la septentrional fue sobrealzada en el siglo XII. Todos los paramentos exteriores muestran una dinámica articulación de bandas lombardas.

Se emprende una segunda campaña constructiva con el abad Ardain (1028-1056), construyéndose cinco tramos más de las naves y una panda del claustro, edificada en el flanco meridional del templo. Se mantiene en esta ampliación la idea original del pilar circular, aunque mucho más esbelto y, todavía, se le añaden, en busca de una mayor altura, unos pequeños pilarcillos. A los nuevos constructores les asustó abovedar unos espacios tan elevados, por lo que sólo dispusieron una armadura de madera.

Las proporciones de la nave se redujeron en el transepto, de una nave, a la que se abren dos ábsides -circulares al interior, rectos por fuera- y un deambulatorio de tres capillas rectas. Todo este presbiterio va sobre una cripta de igual estructura. Esta campaña constructiva se realizaría en el tercer cuarto del siglo XI, se llevaría a cabo sin bóvedas, éstas se añadirían a comienzos de la centuria siguiente. Es una obra que podríamos considerar ya de románico pleno.

En el piso del nártex, los capiteles del arco de Gerlannus presentan formas estilizadas vegetales y humanas propias de un estilo protorrománico.

Guillermo de Volpiano llega a Dijon, en el 990, dispuesto a restablecer la observancia benedictina en el antiguo monasterio de San Benigno de Dijon. A partir del 1000, comienzan las obras de un templo nuevo; ya, en 1016, se consagraba. Dos años más tarde, la parte oriental del templo, la rotonda, fue dedicada a la Virgen María. Después de varias remodelaciones medievales, la iglesia fue, prácticamente, demolida en 1792. En la actualidad, no subsiste más que el piso inferior de la rotonda y los anexos orientales de la misma.

La iglesia era un edificio complejo sobre el que los especialistas tienen grandes dudas sobre su forma original. Se piensa que era un templo de tres naves, un transepto continuo, un contraábside y una cripta oriental dividida en tres pisos.

Toda la parte oriental del conjunto adquiría un gran desarrollo en función de una cabecera de tipo monástico, sobreelevada por encima de una gran cripta que ocupaba toda la superficie del presbiterio. La rotonda se componía de tres plantas circulares, abriéndose a un ámbito nuclear central que iría cupulado. Se ha especulado sobre el significado de esta estructura, señalándose precedentes formales en el Santo Sepulcro y en el Panteón de Roma, lo que resulta posible desde el punto de vista formal e ideológico, entendiendo esto como algo empírico más que en su realidad material.

Si todo lo dicho, salvo el desarrollo del presbiterio, incluidas las numerosas torres que describen los cronistas, corresponde a la inercia carolingia, el sentido decorativo monumental debe adscribirse a la renovación románica. La modernidad del edificio se manifiesta en el tratamiento del paramento mural y en el empleo de capiteles con figuraciones animadas. Por viejos grabados, sabemos que estaba totalmente decorado con bandas lombardas, vanos de arcuaciones dobladas y motivos en resalte que dotaban a los muros de una acusada plasticidad. Los capiteles de máscaras y monstruos, lo único realmente conservado, pues todo lo demás es meramente hipotético, muestran los esfuerzos de los escultores por adaptar la imagen de animales y hombres al esquema de un capitel.

Junto a estos edificios que podrían considerarse señeros, paradigmas de una actitud vanguardista del momento, existen otros muchos de carácter popular que se muestran anclados en los viejos prototipos carolingios. Son construcciones en las que las naves aparecen divididas por pilares de sección rectangular, encapitelados de impostas, con vanos estrechos y pequeños. Su cronología arranca en la primera mitad del siglo. XI y su construcción se mantendrá durante el XII. Entre los templos más significativos destacan Coulomne, Crugny Saint-Gilles.